miércoles, 29 de septiembre de 2010

" El pionero de las gelatinas Universal"

Constancia. El caso de Genaro Zea, dueño de la reconocida marca. Genaro Zea inició su negocio con lo que le prestaron sus amigos y con una inversión de solo S/. 5 mil. Actualmente, la calidad de sus productos hace que sean muy reconocidos en el país y en el extranjero.


Los diversos sabores y colores de las deliciosas gelatinas nunca faltan en una fiesta infantil. Y aunque actualmente existen diversas marcas en el mercado, ¿a quién no le trae muchos recuerdos la conocida marca Universal? Así nos empieza a relatar su historia el pionero en el procesado y comercialización de las gelatinas en el Perú, don Genaro Zea.

Nacido en Chuquibambilla, departamento de Apurímac, Genaro llegó a Lima y se quedó en la casa de su hermana con el firme propósito de estudiar y ser alguien en la vida.

Mientras estudiaba en el colegio ayudaba en las tareas del hogar. Así estuvo un tiempo, hasta que se escapó de casa junto a su hermano en búsqueda de un nuevo horizonte.

Empezó como vendedor independiente y poco a poco fue aprendiendo del negocio debido a que por sus venas corría la facilidad para las ventas. Zea cuenta que eran tantas las quejas que recibía del producto que en esa oportunidad vendía que le rondaba en la cabeza la idea de producir sus propias gelatinas.

Hasta que un día un distribuidor le tocó la puerta y le propuso la idea que hacía varios meses atrás daba vueltas en la cabeza de don Genaro. Es así que se aventura en esta nueva etapa de su vida. “Para iniciar este negocio tuve que prestarme dinero de varios amigos y ponerle muchas ganas y esforzarme porque por en las mañanas estudiaba, en las tardes repartía la gelatina y en las noches las preparaba”, dice Genaro al recordar esos tiempos.

El negocio comenzó a surgir Paulatinamente el negocio, que comenzó de manera artesanal, fue creciendo debido a la excelente acogida que tuvo. La calidad del producto dejó huella en la mente y el paladar de los consumidores.

Por ello logró alquilar un pequeño local y adquirir maquinarias para incursionar en la producción de nuevos postres. Ya no solo quería elaborar gelatinas sino también ingresó a manufacturar refrescos en sobre y flan. “Empezamos a trabajar duro en la empresa dirigiendo las ventas y también la producción”, señala.

El negocio creció y ya contaban con un local propio y todo parecía ir bien, hasta que llegó la época del terrorismo en el país. Ello le generó momentos difíciles, tanto familiares como empresariales, por lo que tuvo que salir del Perú. Finalizada esa crítica época retornó al país y retomó con fuerza el negocio para hacerlo prosperar.

A mirar el mercado externo
Los productos de don Genaro se hicieron muy conocidos en el mercado nacional y tenía que llegar la oportunidad de crecer y comenzar a enviar gelatinas al extranjero. Con mucha constancia logró que sus productos también se disfruten en Estados Unidos, Italia, España y Japón.

Y como el mercado demanda novedades, buscó innovar en su gama de productos y ahora atiende a su mercado con 28 delicias, entre helados, milshakes, mazamorras, azúcar en polvo, cocoa... y su último producto: el néctar de fruta.

“Todos los seres humanos poseemos talento, solo que no es explotado. Uno debe tener fe en sí mismo, romper los parámetros y luchar para conseguir lo que uno quiere”, afirma el emprendedor. Un ejemplo a seguir.

Don Genaro Zea nos ha dado a conocer su Exitosa historia empresarial, como tambien nos ha enseñado que lo bueno se consigue luego de varios intentos, es decir persistiendo. A veces uno se propone lograr algo en tiempo determinado, pero que pasa si estamos "sudando la gota gorda" para lograrlo pero no conseguimos lo que queremos, ante esto muchos "tiran la toalla", pero la leccion de hoy nos ha enseñado a no caer en la desesperacion ante tal situacion, y a confiar en que Dios esta con nosotros y nos esta apoyando, a confiar en que nosotros si podemos . Tardara, posiblemente, en conseguir lo que uno se propone, pero no tengan duda de que los resultados seran muy satisfactorios.

viernes, 24 de septiembre de 2010

" Líder y sus creativas alfombras mágicas "


Precoz. Tiene 25 años y ya la rompe en el exterior. Líder Barzola, es un joven que salió de su natal Junín en busca de oportunidades. Gracias al telar y a su empresa de alfombras cosecha muchos éxitos.

Llamarse Líder Barzola no fue una casualidad de la vida. Fue su destino. Un presentimiento que María Orihuela, su madre, sintió desde el momento que lo llevaba en su vientre, allá por 1985. No se equivocó.

Desde pequeño, Líder llevó su nombre “bien puesto”. Destacó en el colegio y era respetado por sus compañeros. Como todo buen cabecilla, era capaz de dar el primer paso y convertir en hechos sus incipientes anhelos, como aquel que tuvo cuando decidió dejar a los 15 años su querido San Pedro de Cajas, en Junín, y viajar a Lima en busca de nuevas oportunidades. El telar le dio aquello.

“Alfombras mágicas”
La familia Barzola Orihuela se dedicaba a producir tapices de pared con lana de ovino. Entre sus ocho miembros, incluido Líder, obtenían un total de S/. 300 para costear a duras penas los gastos de quince días. Pero las cosas cambiarían en el 2005. 
El novel Líder, con apenas 17 años y dos en el arte del telar, tuvo una idea oportuna pero radical: “Vengan todos a Lima… podemos iniciar un negocio propio de alfombras”, ¿alfombras?… Con ciertas reticencias, los Barzola aceptaron.

Desde entonces, padre, madre y hermanos se levantan muy temprano para teñir la lana de alpaca o llama con el color que el cliente solicita. Cuando seca la materia prima, forman varios “caytes” (ovillos) para proceder con la manufactura de las alfombras.

A continuación, fijan los hilos en los extremos del telar de madera y la magia comienza... alfombras multicolores, cuadradas, circulares y fusiformes surgen del ir y venir de los dedos extasiados… no importa qué tan complicado sea el diseño. Líder no teme afrontar retos nuevos.

Exportación de calidad
El trabajo que emprende Líder y compañía se dirige al mercado extranjero a través de una empresa intermediaria. La simbiosis dio un resultado exitoso. Su familia vive estable y su empresa no solo creció en infraestructura (cuenta actualmente con nueve telares), sino también adquirió el reconocimiento tras su formalización. Desde enero del 2010, su negocio es conocido como “Alfombras San Antonio”, en alusión al patrón venerado en su tierra. ¡Le tengo mucha fe, me ayudó mucho y lo seguirá haciendo!, afirma seguro.

Con 25 años, Líder tiene hoy mucho que agradecer. Solo una alfombra de medianas proporciones (3.81 x 2.74 m) puede venderla a US$ 670. Sin embargo, esta maravilla de lana puede ser cotizada en el exterior, hasta siete veces más que su precio original. !Y vaya que tiene demanda! Tal es así que, en un mes puede obtener cerca de US$ 7mil. No obstante, su éxito no lo ciega. Aún tiene mucho que dar. “Mi meta es crecer... la empresa y las siete personas que la conforman deben hacerlo también. Ahora deseo exportar sin intermediarios, señala.

La historia de Líder es una exitosa historia empresarial, que nos muestra una vez mas que mediante la perisistencia y la lucha podemos llegar a alcanzar o estar muy cerca de lo que anhelamos. Como ya se dijo, Lider lleva su nombre muy bien puesto, pues ha demostrado ser una persona capaz de afrontar sus distintos problemas y principalmente ha liderado el camino que lo esta llevando al éxito.
Veamos a Líder como un ejemplo de vida.

lunes, 20 de septiembre de 2010

"La persistencia, clave del éxito "

Caso ejemplar. Gloria De León no le teme a la adversidad. Gloria, una emprendedora ancashina, encontró el toque perfecto para sus tortas cuando por accidente se le acabó el gas para el horno de su cocina.

Hace 15 años las tortas de Gloria de León no eran probadas ni por su propia familia. Su dura textura y su nada vistosa apariencia eran un atentado a la repostería. Ahora, años después, y con un nombre bien ganado, una de sus tortas puede costar hasta S/. 1,800 en Piero’s, su querida pastelería.

¿Cuál fue la clave para tan importante cambio? La perseverancia. O por lo menos así lo cree esta ancashina que nunca se rindió hasta alcanzar la excelencia en el sabor ‘reposteril’.

Pero, como todo lo que vale en esta vida, no fue nada fácil. Gloria cuenta que antes de poder gritar “eureka” tuvo que tirar a la basura unas quince tortas. Y a pesar del nada agradable sabor y textura, no se rindió y siguió intentando, una y otra vez. Pero nunca imaginó que llegaría al punto exacto casi por accidente. 

Le dio en la yema del gusto
En uno de los tantos intentos, su cocina se quedó sin gas y tuvo que dejar el pastel a medio cocinar. Por lo menos eso fue lo que ella pensó en ese momento. Pero al retirar el keke del horno se dio con la feliz sorpresa de haber logrado hornear un exquisito manjar. El tiempo de cocción había sido todo el problema.

“Bañé el keke con chocolate, pero nadie en mi casa quería saber nada de tortas porque estaban hartos, así que se lo ofrecí a mi vecina y ella me lo compró por S/.10. Creo que le gustó tanto que días después me pidió que le prepare otro”, cuenta sobre lo que fue la base de su éxito.

A Gloria le picó el bichito del emprendedor y siguió horneando. No se contentó con satisfacer el paladar de sus vecinos y se convirtió en proveedora de varias pastelerías de La Victoria. La acogida fue tal que llegó a vender más de 100 tortas al día.

El nacimiento de Piero’s
El verdadero crecimiento llegó antes del año. Uno de sus más importantes clientes estaba en quiebra y como parte de pago le ofreció vitrinas y equipos. No lo pensó y alquiló una tienda en la Av. Caquetá a la que bautizó como Piero’s, porque ese es el nombre de su hijo mayor. 

Los clientes empezaron a llegar y el negocio se fue arriba. El sabor natural y los creativos diseños de las tortas convirtieron a Piero’s en una de las pastelerías más importes de los 90’s. Tanto así que al año siguiente abrió una segunda tienda en Lima Norte. 
Ya con siete pastelerías en su haber, los problemas empezaron a llegar. Hace cuatro años Gloria se separó de su esposo y decidió quedarse solo con su emblemática tienda de la Av. Caquetá. Las cosas fueron duras, pero ella no se rindió. Su perseverancia sería premiada nuevamente con el éxito.

Casi desde cero, Gloria reconstruyó su imperio y abrió nuevos locales. Ahora posee cinco pastelerías y una planta de producción, y este año planea abrir dos tiendas más. Y es que el sabor y el cariño que deposita en cada uno de sus productos vuelven locos a sus clientes.

“A la gente le gusta mucho mis tortas porque usamos insumos naturales, que son muy importantes como los decorados. Siempre innovamos en nuestra decoración. Esa es la clave de nuestro éxito: dar siempre lo mejor a nuestros clientes”, asegura.

La historia de Gloria es otra exitosa historia empresarial, ésta es una muestra más de que la creatividad y sobre todo la persistencia nos lleva a alcanzar cosas inesperables, de que mediante este valor importante, la persistencia, todo es posible apesar de las trabas que se presentan. Una futura empresa exitosa requiere de esos momentos desagradables, pues ello nos impulsa a luchar y no dejarnos vencer como también a aprender de esos errores.
Posiblemente muchas personas que han tenido algun obstáculo en la formación de su negocio o empresa, y no lo han logrado superar, han optado por el camino fácil, dejarlo todo. Pero Gloria en esta ocasión nos enseña que ese tipo de decisiones son las que impiden que uno crezca empresarialmente, como también nos invita a tomar consciencia de que a través de nosotros es que el país crece y por lo tanto nuestras decisiones son determinantes para el desarrollo de nuestro Perú. 


miércoles, 15 de septiembre de 2010

" Alcanzamos el éxito a punta de esfuerzo y dedicación "

Testimonios. cinco historias de familias que con o sin ‘ají de plata’ son ganadores a punta de esfuerzo y dedicación. Mucho más allá de la anécdota mediática, Mistura es el testimonio de miles de familias con historias de sacrificio, perseverancia y éxito; dignas de resaltar. 


La estrella de la papa nativa 
Esta última semana a Julio Hancco Mamami le tocó vivir lo que nunca imaginó. Reporteros que se pelean por su atención, flashes, cámaras, hombres y mujeres que se apresuran a felicitarlo con un robusto apretón de manos. La atención no es gratuita. Él es una estrella entre los agricultores del producto estrella de Mistura: la papa nativa. A sus 58 años, don Julio obtuvo méritos suficientes como agricultor, en su querida y altiplánica comunidad de Pampacorral (Valle de Lares, provincia de Calca, Cusco). 

Multiplicó de 82 a 215 las variedades de papa legadas por su padre. Hoy, con la ayuda de Slow Food y la Asociación Nacional de Productores Ecológicos del Perú, ha procesado su primera producción propia: “Sumac Chips“, papitas de colores que ya se han vendido en Italia. 

Hancco confiesa con orgullo que siente seguro el legado de sus padres. Sin duda, la papa nativa vive hoy más que nunca gracias a él y a sus compañeros campesinos.

El sabor de la perseverancia
Era una emprendedora a la que le fue mal. Su negocio de comidas en Tarapoto no funcionó. Golpeada, pero jamás derrotada, Danny Villanueva Flores cogió sus maletas, su capital y su sazón, y de la mano de su esposo se trasladó a Lima. Su hermana, ya residente hacía muchos años, la recibió. Luego de algún tiempo, con mucho esfuerzo, doña Danny puso un puesto de comida de la selva en Gamarra. De ahí, por su excelente sazón, logró que la incluyan en el Festival Gastronómico de San Miguel. A la par se mudó de Gamarra a un puesto en el mercado de Magdalena donde continúa hasta ahora. Pero antes de fin de año, asegura, abrirá su restaurante. Aún no define el lugar, pero sí la carta: tacacho con cecina, juane, cacona y aguajina serán sus platos de bandera. Y por supuesto el nombre: “Restaurante Pura Selva”. 

“La mayor recompensa de un cocinero es que su cliente salga satisfecho”, remarca doña Danny.

Modestia del mejor cacotero
La prensa, frenética, persigue a Astrid, esposa de Gastón Acurio, por el Rincón del chocolate, mientras Juan Santiváñez Artica, el mejor productor de cacao del Perú, se hace a un lado para dejarlos pasar. “¿Quién es ella?”, pregunta intrigado. “La esposa de Gastón Acurio”, le respondo. Asiente sin inmutarse. Continúa con su historia: 75 años, 9 hijos y 30 años como productor de cacao.

“No me preocupan solamente mis tierras. He ayudado a la vecindad (a los cacoteros de la provincia de Satipo) a organizarse y mejorar su producción”, explica. En efecto, don Juan es líder de su comunidad. Sus tierras se ubican en el Fundo Tolemayda, Vista Alegre, en Satipo. 

En su vida como productor de cacao existieron momentos difíciles, pero su trabajo le dio satisfacciones impagables como educar a sus nueve hijos. Desde el 2005, su quinto hijo Rubén Santiváñez le regaló una gran lección: la educación es la mejor inversión. 

Rubén, ingeniero agrónomo, innovó la plantación de cacao orgánico y modernizó los procesos de cultivo. Hoy, don Juan exporta su producto al mercado suizo por medio de la CAC Satipo, de la cual es un socio muy activo.

“Mi único vicio es crecer”
Año 1996. Angélica Obregón Carpio sale desde temprano a recorrer las calles de La Molina vendiendo frutas puerta por puerta. El sol es extenuante, la caminata larga, pero la perseverancia no flaquea. Por ello, quizá, por esta férrea voluntad de seguir adelante, hoy, 14 años después, Angélica se convirtió en una exitosa empresaria. Cambió la venta de frutas, puerta por puerta, por un puesto en el mercado de La Molina para poco tiempo después conseguir el anhelado local propio. Dudó entre montar una juguería o un negocio de ventas de cremoladas. Al final optó por lo segundo. 

No se equivocó. Doña Angélica, a sus 50 años, puede mirar atrás satisfecha: con dos tiendas en La Molina y con ventas de hasta 2 mil cremoladas diarias en verano; pero prefiere mirar hacia el futuro. 

Su emoción despierta al hablar de su próximo local en Miraflores. De los dos sabores de cremoladas iniciales (lúcuma y maracuyá) hoy ofrece hasta cuarenta diferentes a su creciente público. 

¿Cuál es su secreto?, preguntamos. Responde con excelente concisión: “Trabajar de sol a sol, ahorrar y reinvertir lo que se gana. Mi único vicio es crecer”.

Un arcoíris de quinua peruana para el mundo 
Pareciera que los 60 años de Simeón Genaro Miranda se complacen observando preguntar a la gente asombrada por sus granos de quinua de diversos colores. Los ha traído en minisaquitos que realzan su vistosidad. 

Don Simeón, un hombre de sonrisa fácil, recuerda que allá por el 2000, cuando empezó a cultivar la quinua orgánica, tenía sólo una hectárea, y hoy cuenta con seis y hasta 30 variedades de quinua. En su natal Cabana (Centro poblado de Collana, provincia San Román, Puno) asoció en 1990 a 18 productores de la zona. Sin embargo, para poder exportar sus productos se unió a Ascenpromul, una asociación de productores de Cabana. 

Don Simeón es un hombre que trabaja duro. Sus tierras crecieron sobre la base de mejoras del rendimiento. En promedio, sus parcelas rinden a razón de 1,100 Kg/ha. El 70% lo destina al mercado y el 30% para semilla y autoconsumo.

Está seguro de que en muy poco tiempo podrá exportar a través de Ascenpromul. Además podrá conseguir el financiamiento para continuar modernizando su producción con, por ejemplo, un sistema de riego tecnificado. El mundo, asevera, verá los colores de su quinua.

Estas cinco exitosas historias empresariales son sin duda alguna, muestras de que el peruano es un ser luchador que no se deja vencer fácilmente, que persiste hasta lograr lo que se propuso y no permite que nada ni nadie se lo impida. Pues como lo dijeron estos personajes en algún momento "Solo se llega al éxito con mucho sacrificio y perseverancia".

Es importante resaltar el evento que se dio hace poco en Lima "Mistura" ya que permitió a las diferentes personas dar a conocer lo que se pudo lograr con creatividad, emprendimiento e innovación. Estoy segura de que gracias a este evento muchas personas se han sentido impulsadas a vencer el miedo del fracaso y a poner su negocio, su pequeña empresa teniendo la esperanza de que todo saldrá bien, que dentro de poco lograrán crecer marcando la diferencia.


viernes, 10 de septiembre de 2010

" El ceviche invadiendo Colombia "

Rompiendo fronteras. El chef y empresario peruano Roberto Yui ya tiene ocho restaurantes con sabor nacional en las principales ciudades del país de la cumbia.


El primer contacto entre Roberto Yui y la cocina peruana fue hace casi una década frente al mar de Tumbes, donde tiene un hotel en Punta Sal. Aficionado a la caza submarina, cada vez que Roberto regresaba del mar sorprendía a sus huéspedes con un plato a base de pescado preparado por él mismo.

Limeño de nacimiento y empresario por vocación, empezó con una empresa textil en la capital. Pese a que el negocio iba bien, el mar siempre lo llamaba y se fue a Máncora, donde fundó la primera pollería de la zona. Luego vino el hotel Las Hamacas, y cuando llegó el momento de expandirse conoció Medellín, un pequeño paraíso anclado en la sierra colombiana.

Roberto fue conquistado por el verdor de los paisajes y el cálido clima –buen sol junto a un viento que refresca– que baña estas tierras colombianas durante todo el año.

Como es un experto en negocios, vio la oportunidad de explotar la exquisita y reconocida gastronomía peruana. 

Con una inversión de US$ 70 mil, en el 2006 abrió Pisco y Marisco en un barrio residencial de la ciudad, donde ofrece platos marinos –encabezados por el ceviche– y el pisco sour, nuestra bebida de bandera. Roberto recuerda que debió adaptar sus platos al gusto de los “paisas” (pobladores de la zona de Medellín), pues no conocían el ceviche peruano.

Le llamaban ceviche a nuestro cóctel de camarones, que lleva mayonesa y ketchup. “Debimos quitarles el picante a los platos marinos. Además, como a los paisas le gusta el aguacate les hago ceviche con palta”, apunta.

Al paisa también le encanta que sus comidas tengan frutas en las ensaladas, entonces sobre el ceviche le agregó unas cuatro tiras de mango que le dan un toque agradable de sabor, señala.

Gran acogida de colombianos
El éxito llegó de inmediato. Casi todos los clientes son colombianos pues son escasos los compatriotas por estas tierras.

Un año después abrió Cusco. Luego vinieron Puerto Inka, Puro Perú, Piqueo y –desde hace tres meses– Perú Wok.

En total son seis sus restaurantes en Medellín. Algunos con diseños coloniales y otros más modernos, pero siempre con los colores blanquirrojos y motivos típicos de nuestro país.

“La clave del éxito está en la calidad de la cocina, la rapidez para la atención y los precios asequibles (los platos fluctúan entre los 8 y 15 dólares), menores a los de restaurantes españoles o italianos de la zona”, subraya.

Instalado hace cuatro años en Medellín, junto a su esposa peruana y sus dos hijas, Roberto, a sus 43 años, tiene nuevos proyectos. Ya cuenta con un restaurante en Barranquilla y otro en Cartagena. Y este año inaugurará otros dos en Bucaramanga y Barranca.

La historia de Roberto Yui es una exitosa historia empresarial. Lo admirable de este personaje es el hecho de que este destacando en el exterior, y a la vez esta logrando satisfacer las expectativas de sus clientes con un plato  puramente peruano: el ceviche.
Por otro lado esta historia es un ejemplo para todas aquellas personas que se encuentran fuera del país y desean poner un negocio, o crear su empresa, lo que quiero resaltar es que mantengamos presente nuestras costumbres, que no nos olvidemos de nuestras raíces.
Entonces ya lo sabe, si se va a trabajar o de vacaciones a Colombia, visite uno de esos restaurantes. Lo hará sentir como en casa. 

martes, 7 de septiembre de 2010

" Mis tamales me conducen al éxito "

Legado. Magaly Silva hizo de una tradición familiar, la preparación de tamales, un negocio exitoso. Abrir sucursales y exportar son sueños que espera hacer realidad, y para ello trabaja de sol a sol. “Soy tamalera profesional. Mi madre me enseñó a sentirme orgullosa de eso”, afirma.

Una tarde, mucho antes de que su madrecita se fuera al cielo, Magaly Silva la sorprendió con una atrevida pregunta: “Mamita Feli, ¿por qué no hacemos otro tipo de tamales?”. Su madre, una mujer de estirpe chinchana, de costumbres firmes y arraigadas, perpleja, le respondió: “No se puede, ¡estás loca! Los tamales solo son de chancho y de pollo”, la reprendió. 

Pero Magaly Silva, entonces solo una niña, continuó imaginando toda una variedad de posibilidades. Y no fue sino hasta los 19 años, tras la partida de su querida Feli, cuando se hizo cargo del aún doméstico e incipiente negocio de preparar y ofrecer los tamales, que cristalizó su creatividad con el primer tamal de pulpa de cangrejo.

Si bien la innovación, reconoce Magaly hoy a sus 38 años de edad (19 años y 12 tipos de tamales después), constituye una característica esencial de su carácter, enfatiza que mantener la tradición constituye una prioridad en su labor, al ser depositaria de cuatro generaciones de expertas tamaleras.

“Yo soy tamalera profesional. Mi madre me enseñó a sentirme orgullosa de eso. Mi madre, mi abuela y mi bisabuela fueron tamaleras. Yo entendí desde chica, con un padre alcohólico que no trabajaba nunca, que el tamal lo era todo. Que pagaba la comida, la luz y el agua”, señala.

En la esquina del sabor
4:30 am. Magaly Silva ya saltó de la cama. Héctor, su pareja, padre de su hija Génesis de cinco años, principal aliado en el negocio, la escolta hasta la puerta, donde el taxista la espera para ayudarla a depositar los canastones de tamales en la parte trasera del automóvil.

Magaly llega a la esquina de la cuadra 5 de la avenida Tarapacá en el Rímac, deposita los canastones, pletóricos de tamales, frente a la panadería, se parapeta bajo los toldos e inicia el ritual de venta que practica todos los fines de semana desde hace 30 años.

Cerca de las 11 de la mañana, en sus canastones no queda ni uno de los más de 600 tamales que prepara los sábados, porque los domingos las ventas pueden subir hasta los 2 mil unidades, sin contar los pedidos especiales.

Dada la abrumadora demanda, que desde hace tres años empezó a incrementarse tras un reportaje del Canal 7 (pasó de elaborar 2 mil a 5 mil a la semana), Magaly tuvo que idear un sistema de distribución directa a través de una flota de taxis contratados. En total, prepara una nada desdeñable cifra de 20 mil tamales al mes.

Atrás quedaron los años en que Magaly recorría las calles de Comas, voceando tamales con su madre. Hoy es una empresaria de éxito. Sus riquísimos tamales también se van a seis países entre América y Europa, aunque todavía es a través de intermediarios. “Entre mis proyectos está el convertirme en la primera tamalera exportadora”, afirma.

Por ahora, aguarda con paciencia su momento. Treinta años en el negocio han pergeñado esta receta. Rechaza las ofertas de Wong y Metro para comercializar sus tamales. “Ellos me piden que les venda los tamales a S/. 1.50 y eso haría caer la calidad del producto”, afirma. Pero además hay otro motivo que pertenece a los dominios del corazón: mantener la tradición como una forma de conservar el amor a su herencia familiar.

La historia de Magaly es otra exitosa historia empresarial. Esta historia es una muestra más de que mediante el uso de nuestra creatividad (que como bien lo mencione en algún momento es característico en los peruanos), de la innovación y principalmente de la persistencia se puede alcanzar el éxito. Estas tres cualidades son características esenciales de una persona que realmente desea salir de la oscuridad y encontrar la luz, y que mejor ejemplo que Magaly.

Esta mujer logró salir adelante apesar de las adversidades que se le presentaron, pudo superar esas pruebas que a veces nos pone la vida, es por ello que ahora está rumbo a donde todos queremos llegar y tenemos que llegar, al ÉXITO.

viernes, 3 de septiembre de 2010

" Persiguiendo un sueño emprendedor "

Emprendedor. El exitoso caso del negocio familiar de helados Vane Vane. Empezaron vendiendo helados artesanales transportándolos en buses interprovinciales. Ahora cuentan con cinco centros de distribución en diversos departamentos 
del país.

“Cuando uno tiene un sueño debe seguirlo hasta alcanzarlo, y para ello son importantes la perseverancia y la confianza en uno mismo”, con estas palabras nos recibe Salvador Rajkovic, gerente de producción de los helados Vane Vane.

Todo comenzó hace unos 25 años cuando el padre de Salvador, Manuel Rajkovic, quien trabajaba como distribuidor de una conocida empresa de helados, decidió separarse y emprender un negocio propio.

Y como ya conocía dicho rubro aprovechó la oportunidad para laborar con un grupo de trabajadores que la competencia acababa de retirar.

De esta manera decidió instalar su primera planta, ubicada en Breña, para iniciarse en la producción de helados, que en esa época los hacía artesanalmente ya que no contaba con muchas maquinarias.

Nos refiere que en esos años entre 4 y 5 trabajadores solo producían 200 cajas de chupetes de helado de crema por día.

Pero grande fue su sorpresa cuando se dio cuenta de que los helados Vane Vane tuvieron buena acogida en el mercado no solo por su rico sabor sino por sus cómodos precios.

“Poco a poco se fue implementando más la planta, pero lo que también nos ayudó fue el ambiente y la coyuntura adecuada ya que en ese tiempo la competencia cambió su sabor y uno debe saber aprovechar esas oportunidades”, nos dice.

Como por la experiencia previa ya conocían dónde colocar los productos, no les resultó muy difícil distribuir sus helados principalmente en los conos de la capital.

El valor del ingenio
Pero para que el negocio prospere hay que ingeniárselas y ello se dio cuando comenzaron a distribuir sus productos a clientes de otros departamentos del Perú.

Pero ¿cómo iban a enviar sus productos si el helado tiene que mantenerse refrigerado? Salvador nos cuenta que ese fue el primer obstáculo que se les presentó, pero había que ingeniárselas.

“Mandábamos los helados en cajas por buses interprovinciales hasta un punto si es que el tramo era lejos. Por ejemplo, para enviarlos a lugares recónditos de la sierra se enviaba hasta Huánuco, donde el helado dormía en una congeladora y al día siguiente seguía su camino”, nos dice orgulloso Salvador.

También hay fracasos
Pero no todo es éxito en la vida. El momento más difícil que tuvo que pasar la empresa fue cuando decidieron apostar en un centro de distribución en el Cusco, del cual resultaron estafados. 

A pesar de eso, el negocio continuó. Y en el 2006, tras cuatro años de arduo trabajo, la empresa logró juntar un capital y compraron un camión especial para trasladar sus helados.

En ese mismo año continuaron los éxitos ya que helados Vane Vane lograron abrir un centro de distribución en Trujillo.

Después de dos años, le siguió Chincha, Ica, Chimbote, Surco. Y el que está próximo a inaugurarse es el de Huánuco.

Actualmente producen helados en vasitos, copa, bombones y otros, así como de diversos sabores.


La historia de Salvador Rajkovic es, al igual que las demás, una exitosa historia empresarial. Esta historia nos ha enseñado que debemos perseguir nuestros sueños, y no rendirnos ante los fracasos que tengamos, pues de esta manera es como se llega al éxito, así se forman las exitosas y competitivas empresas. La realidad nos muestra que lo bueno se consigue con mucho esfuerzo y sudor. Como resultado se observan empresas que crecen y se desarrollan continuamente.
Lamentablemente, existen casos en los que se evidencia la falta de apoyo por parte del Estado, me refiero a las MYPES que no pueden continuar creciendo debido a los obstáculos que se presentan y no pueden ser solucionados porque su condición lo impide.